Extraído de las páginas de 2000 AD, pese a no ser una historia de Ciencia Ficción, el mítico guionista John Wagner (Judge Dredd, Batman) nos ofrece junto al dibujante Arthur Ranson una obra donde el protagonista es Harry. No es un buen hombre y, cuando se queda sin trabajo como mercenario, un antiguo colega le ofrece un trabajo en el juego. Un juego de la muerte donde unos ricachones en las sombras tienen peones que juegan por ellos en un juego mortal, matándose entre ellos. Pero Harry no es de aquellas personas que se dejan manipular.
El personal estilo de Ranson pone en valor un guión previsible pero ciertamente entretenido de Wagner en este cómic que engancha desde el principio.
Un grupo de chavales, de un prestigioso instituto, toma como rehenes a sus profesores y decide someterlos a un proceso de reeducación, mientras lo retransmiten. Pero no todo es lo que parece, y ahí es donde Kot nos ofrece un discurso donde realidad y mentira se mezclan, donde los protagonistas parecen atravesar la cuarta pared, y parecen ser conscientes de su condición de personaje de cómic.
El problema principal de este cómic es, por una parte, la juventud del propio Kot, que no termina de redondear la historia, y el dibujo de Riley Rossmo, que lo hace poco atractivo. Te interesará si buscas algo distinto.
Niños Salvajes
Uno de los jóvenes guionistas que se caracterizan por aportar nuevos enfoques e ideas frescas de los que han aparecido estos últimos años es Ales Kot (Zero). Lo que caracteriza a este tipo de guionistas no es tanto lo que cuentan si no como lo cuentan. y sobre todo, por meterse en terrenos poco explorados. Otra cosa es que luego sean buenos narradores. Y que el dibujo acompañe. En Niños Salvajes nos encontramos con una historia que, a priori resulta de lo más interesante, con ecos del Grant Morrison más lisérgico. Un grupo de chavales, de un prestigioso instituto, toma como rehenes a sus profesores y decide someterlos a un proceso de reeducación, mientras lo retransmiten. Pero no todo es lo que parece, y ahí es donde Kot nos ofrece un discurso donde realidad y mentira se mezclan, donde los protagonistas parecen atravesar la cuarta pared, y parecen ser conscientes de su condición de personaje de cómic.
El problema principal de este cómic es, por una parte, la juventud del propio Kot, que no termina de redondear la historia, y el dibujo de Riley Rossmo, que lo hace poco atractivo. Te interesará si buscas algo distinto.
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