Con la maestría y la sensibilidad que se le conoce, Beto Hernandez no se limita al ejercicio retrospectivo sino que llega a recuperar en toda su intensidad los afanes, los miedos y la súbita extrañeza que configuran la infancia, esa etapa franca y feliz que los adultos suelen recordar carente de conflictos porque en algún momento perdieron la memoria.
Dave vive exactamente AQUÍ, en este lugar que da la espalda a un mar lleno de secretos. Todas las tardes, al volver de la oficina, se sienta en su escritorio, escucha canciones en bucle y dibuja lo que ve a través de su ventana. Entregado a esas rutinas, Dave se siente a salvo.
Dave cuida el orden para que el orden lo cuide a él, pero a veces tiene la sensación de que bajo la pulcra alfombra de la realidad puede haber algo, un mundo oculto debajo de la piel, la bárbara memoria de lo que fuimos.
Y se está despertando.
Apelando al reverso de las cosas y con reminiscencias que van de Kafka a Lovecraft pasando por Roald Dahl, Stephen Collins confecciona esta intrigante sátira en la que se nos revela que tal vez toda nuestra existencia pueda estar siendo una farsa tan frágil como descomunal.
Stephen Collins es un joven dibujante de barba corriente y arreglada
crecido en el sur de Londres. Su línea diáfana y su talento para la
síntesis le han llevado a colaborar con periódicos y revistas de la
categoría de The Guardian, Wall Street Journal, Wired, GQ, The Times o La Repubblica,
la mayor parte de las veces como ilustrador, un trabajo por el que ha
merecido múltiples galardones. Esa misma trayectoria de reconocimientos
está obteniendo su debut en la novela gráfica, La gigantesca barba que era el mal, que la crítica ha llegado a definir como un clásico para el futuro.
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