- Dr. Manhattan: Otro dúo de lujo para otro de los personajes con más peso en Watchmen. El ser omnipotente, el ser que es más que humano. El único personaje con poderes del grupo, y vaya poderes, ya que literalmente lo podía hacer todo.
En fin, con un personaje así, Straczynski decide crear una historia compleja, una historia que se sitúa en un punto donde el Dr. Manhattan se da cuenta de que es posible que haya creado infinitos mundo alternativos, cada uno de ellos con una versión distinta de su futuro, presente o pasado. Sin embargo, cuando en el tercer número parece que toda la trama queda cerrada, la aparición de Ozymandias (que llega incluso a ocupar la portada) pondrá todo patas arriba y dará un vuelco a la situación, enlazando directamente con algunas de las escenas más memorables de Watchmen. Los lápices son de Adam Hughes.
- Moloch es otro de esos personajes que aparecen poco en el Watchmen original, lo que no significa que no tenga ninguna importancia, ya que cualquier detalle en aquella obra maestra es importante. En esta serie limitada de dos números escrita por Straczynski y dibujada por Eduardo Risso nos encontramos con un primer número donde nos narran el origen del personaje, quién es y por qué terminó dedicándose a lo que se dedicó, al crimen y a ser uno de los enemigos más importantes de los Minutemen. Sin embargo, el segundo número cambia de manera sorprendente, así como la vida de Moloch, cuando Adrian Veidt entra en su vida. Y es que los perversos planes de Ozymandias también tiene cabida el mago criminal, pese a que ya esté rehabilitado.
- Dollar Bill: inicialmente no se si era necesario un cómic dedicado a Dollar Bill, miembro de los Minutemen, y después de haberlo leído os puedo decir que no era necesario. Un sólo número para contarnos la vida y obra de Bill Brady, el típico atleta americano que mediante un casting se convierte en Dollar Bill, reclamo publicitario de un banco que acabará ingresando en el grupo de superhéroes llamado Minutemen. Una historia sin ningún interés narrada por Len Wein con el único aliciente de volver a disfrutar del dibujo de Steve Rude, que aunque no esté en plena forma, nos hará vibrar con su reconocible estilo.
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