Creo sinceramente que Shintaro Kago es un genio del cómic.
Es uno de los autores actuales más originales, pero no en lo que cuenta, si no en cómo lo cuenta, y ahí está su grandeza. Jamás un autor ha avanzado tanto en romper las barreras establecidas hasta ahora en el lenguaje del cómic. Shintaro Kago es capaz de dar un paso más en cada historia. Retuerce y cuestiona cualquier axioma que dabamos por valido hasta hoy en día. Para el no hay barreras, el límite es el cielo, se podría decir, pero seguramente también lo traspase.
Su concepción del comic es espectacular, y juega con el marco de la viñeta, con los bocadillos, con los pensamientos, con la técnica. Es el metalenguaje del metalenguaje.
Dicho todo esto existe un problema. Cuando Kago, en medio de una historia, comienza a estirar los límites del lenguaje, los límites del comic, pierde la conexión con el lector, la conexión emocional posiblemente, Y ahí ya sólo queda maravillarse por su capacidad, pero nos olvidamos de la historia.
Cuando el genial mangaka sea capaz de unir sus capacidades técnicas y ansias de exploración con una historia que no deje de interesarnos en cuanto comienza a multiplicar las viñetas, estaremos ante el mejor autor de comics de todos los tiempos. Bueno, eso el tiempo lo dirá, que el Tío Bob es mucho.
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