Motor Lab Monqi, La juventud de Brian the Brain es la nueva obra de Miguel Ángel Martín que Rey Lear publicará en breve.
Os ofrecemos, en exclusiva, un adelanto de 8 páginas de la obra y el prólogo que ha escrito Luis Alberto de Cuenca.
Motor Lab Monqi
La juventud de Brian the Brain
Colección : LITERATURA REY LEAR
Prólogo: Luis Alberto de Cuenca
Páginas: 216
Formato: 15,5 x 23,5 Rústica con cuadernillos cosidos al hilo
ISBN-13: 978-84-92403-83-7
En 1990 Miguel Ángel Martín comenzó a publicar en la revista de información sobre historieta Krazy Comics la serie Brian the Brain, que un año después se mudaría a la revista de cómicMakoki. Martín crea un niño con el cerebro a flor de piel —lo que le provoca el rechazo social—, pero le proporciona a cambio una enorme sensibilidad, inteligencia y poderes extraños como la telepatía. Brian the Brain no tarda en convertirse en el cómic más popular de su autor y en 2005 La Cúpula recopila todas las historietas en un tomo que incluye 40 páginas inéditas. Desde hace un par de años, Martín está centrado en realizar una novela gráfica en la que Brian se enfrenta a la adolescencia. Supone la segunda obra concebida por su autor para ser publicada en formato de libro —lo que ahora se conoce como novela gráfica— y el retorno del personaje de Martín más popular y accesible a todo tipo de público.
Prólogo de Luis Alberto de Cuenca
PRÓLOGO
VUELVE BRIAN THE BRAIN
El leonés Miguel Ángel Martín (1960) es hoy uno de los grandes del cómic mundial, y yo tengo la suerte de ser su amigo. Belleza y claridad en el grafismo, y originalidad y sofisticación en los guiones, son sus señas de identidad como artista. Su obra se declara influida por la música electrónica más radical —parcela cultural en la que es un auténtico experto—, y sus viñetas revelan aficiones científicas, tecnológicas y pornográficas. Entre sus creaciones, Brian the Brain brilla con luz especialmente cegadora.
Allá por 2005 publicó (Barcelona, La Cúpula) un volumen recopilatorio de la serie, subtitulado «Un technomelodrama [sic] del siglo XXI», que se repartía en tres zonas, «Bits of life», «Pieces of life» y «BIOLAB». Y allí, en la página 183 de aquel tomo, dejamos a Brian, cuyas últimas palabras hasta la fecha fueron «¿Creen que Von Hagens querría plastinar mi cerebro?».
Lo que a partir de esta nueva entrega de las aventuras de Brian the Brain sí sabemos a ciencia cierta es que su autor, mi querido y admirado amigo Miguel Ángel Martín, ha «plastinado» a su personaje en una nueva andadura biográfica, situándolo en la adolescencia y rodeándolo de algunos de los personajes —los médicos de BIOLAB, los antiguos amigos del colegio— que ya conocíamos de antes. Hay que decir que Brian sigue siendo el mismo personaje adorable con quien muchos nos sentimos plenamente identificados cuando lo conocimos de niño, con las circunvoluciones cerebrales tan visibles y bien peinadas como siempre. Pero ha crecido, y, como suele ocurrir cuando se crece, se cierne sobre él la amenaza de que sus portentosas facultades mentales hayan podido disminuir con el paso del tiempo.
En medio de todo ese proceso, nuestro héroe tiene ocasión de confraternizar con Monqi, un mono muy simpático, cobaya como él en Biolab; se las arregla para salvar la vida de su amigo/ enemigo Oliver en un contexto de matanza escolar; e incluso llega a enamorarse de la guapísima Sinan, una chica cuyos brazos y piernas —sí, las cuatro extremidades, para darle más morbo— fueron destrozados en su día por una bomba y han sido sustituidos por unas prótesis estupendas de última generación. Lo mismo que en la formidable novela gráfica Surfing on the Third Wave (Rey Lear/Sinsentido, 2009), aparece también en este nuevo álbum de Martín como escenario —aunque no principal—, funcionando como metáfora del mundo contemporáneo, TUXEDO, un crashpark donde se va a pasar un rato al volante de unos coches de choque muy violentos (en los que, por cierto, no puede montar Brian por prescripción facultativa).
Como en el resto de la saga, a Brian lo caracteriza, en esta nueva entrega de sus hazañas, una maravillosa ingenuidad, la misma que le permite circular por un universo odioso y execrable sin perder un ápice de su magnetismo moral. Porque si el despiadado y, a la vez, entrañable Marqués de Sade fue, sobre todo, un moralista, Martín sigue su estela y lo es a machamartillo (y de una forma dolorosa y cruel, pero también poética y tierna).
En su momento escribí acerca de Bitch, otro precioso álbum de Miguel Ángel, que se desprendía de sus páginas «una salutífera y refrescante enmienda a la totalidad que nos reconcilia con los despojos de nuestra propia miseria». Pues eso se desprende también de esta nueva singladura de Brian the Brain. No es poca cosa, voto a bríos.
LUIS ALBERTO DE CUENCA
Madrid, 19 de marzo de 2012
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