TÍTULO: EQUADOR
COLECCIÓN: COL. CREPÚSCULO nº 29
AUTOR: RICARD CASTELLS
CARACTERISTICAS DE LA EDICIÓN: 120 páginas a color y un cuadernillo de 16 páginas en B/N
Encuadernado en cartoné y plastificado mate a una cara.
Medidas: 21,5cm x 28,5cm.
P.V.P.- 22 euros
TIRADA.- 1000 ejemplares
ISBN.- 978-84-96730-71-7
A DISTRIBUCIÓN.- 6 de febrero de 2012.
SINOPSIS ARGUMENTAL: Es un libro homenaje en el 10 aniversario de la muerte de Ricard Castells. Entre otros autores nos hablan de la obra: Jan Baetens, Marta Cano, Miguelantxo Prado, Toni Garcés, Antonio Altarriba, Angel de la Calle, Pablo Auladell,....
En esta obra se encuentran todos los desarrollos gráficos que después aplico con LOPE DE AGUIRRE. LA EXPIACIÓN, POCO, HURACÁN,..etc.
Es una obra mítica que no ha visto la luz desde que se creo y es una obra alabada y seguida por los autores más importantes de este país y los de su generación Grupo Zero.
Dejar las viñetas en silencio es una decisión que acaso tendrá sus detractores, pero es así como parece ser que dibujaba el autor; sin tregua. Él consiguió traducir o trasladar el silencio al papel, utilizó como pulso e impulso una línea, y luego, o mientras tanto, nos dejó el color como único movimiento. Así lo recuerdan varios de sus amigos, como Antoni Garcés, que tantos consejos aportó a esta edición. Así lo vivió Marta Cano después, en otras obras, en otros trabajos; y ahí, más silencio todavía. Así lo rememoran también en varios textos para esta edición homenaje, transcurridos diez años del definitivo adiós de Ricard Castells. Y sí parecen todos coincidir en plasmar un susurrado recuerdo, como para no espantar al ciervo..., o al bosque intenso.
“Quiso ser comercial”, cedió en algunos aspectos y comprobó que el resultado en nada alteraba su esencia... La suya. O reúne y ordena los vacíos a su alrededor. O bien intenta lo que él supone que es ser comercial, y de inmediato abandona la idea como si dejara caer cinco cascarillas en un andén. Lo comercial acaso era obtener una aprobación –cosa que jamás necesito-, y conseguir que un puñado de páginas fueran cosidas a un lomo y a un isebene; sería comprado y terminaría en un escritorio, en una balda o apretujado en un cajón, en el mejor de los casos. Pero aquí está Equador dentro de la colección Crepúsculo, un espacio que con seguridad se irá definiendo mes tras mes, y que es posible que se convierta en una colección recuperadora de la obra detenida en el tiempo, o por el tiempo.
Es complejo saber qué y cómo entendía Ricard, o cuál era el susurro interno de las palabras que él decidió utilizar... Pero en este Equador lo que sí hay, en el estricto sentido de contenido, al margen de guiones y de textos, es toda una codificación. Y tanto en estas páginas como en otras historietas, deja infinidad de avisos ocultos y desvaídas figuras camufladas. En un ejemplo (uno sólo, pues podrían darse cientos), y que ocurre en la ilustración que acompaña al texto de Marta Cano (una historia conjunta de ambos, Alcom y el vuelo de las aves hacia Ubu), un niño sobre la nieve luce acaso una pelliza, y ahí, en esa capita, Ricard deja escrito, figurando letras impresas, o como collage con fragmentos del párrafo de un libro, y con lectura en espejo: “... suficiente... es incluso... anárquicos... hombres...” Lo mismo podemos encontrar a lo largo de su obra ya publicada, si se buscara, si hubiera tiempo...
Ricard tenía veinticinco años cuando se sienta ante la primera página de Equador y se hace esas preguntas que luego serán respuesta, y no volverá sobre sus pasos ni mirará siquiera hacia atrás, y, de hacerlo, las cascarillas serán ya el recuerdo de algo que tuvo sonido de caída... O no. O Equador fue un laboratorio en el que lo ensayó prácticamente todo. Nos presenta un globo que parece o quiere avanzar hacia nosotros, lo muestra inmenso o pleno, hace un guiño y queda como ilustración de cubierta para este libro. Ahí Ricard nos regala el inicio y el final de lo que será su obra, porque alrededor ya están las brumas de Aguirre, y un aviso de Poco –desvanecido-, y los contrastes de Dos estados y una unión y el abordaje de Araia.También, dentro del globo, apunta lo que será su último libro, Huracán, viajando ya con sus azules, de tormenta, y con su oscuridad dentro; de naufragio sin pecios.
El siguiente regalo de Ricard, a modo de aviso y de datación, es su propio diario, Insurrecció del Temps (1973-2002), escrito en catalán, en un albarán de pedidos de la fábrica de tejidos de algodón, Agustín Camprodon Gobern, un farmacéutico que hacia 1955 patenta un procedimiento para el apresto y acabado de aquellos tejidos. 1955 es el año en el que nace Ricard, y el diario lo inicia en 1973, el día treinta de enero: « ... Jonathan Harker, inspirado en Drácula’s Guest, de Bram Stoker. 7 págs. 2.100 cobradas».
Escribió esa primera frase a los dieciocho años, y mantuvo la constancia de apuntar y describir ese otro boceto que es hoy un acta que informa y avisa. Quizá, para algunos, lo más destacable sean los nombres, la distancia entre los meses, el abismo de los años, pero más aún sorprende la cantidad de trabajos inéditos, aunque completos y cerrados que abordó Castells. Quiso con esto decir, acaso, que cada autor es y será siempre dueño de su obra, desde el principio hasta cualquier final; que cada autor debe finalizar aquello que decida comenzar, pues cada trabajo pasa a ser una molécula de su propia estructura y de su evolución; que todo es un tránsito que debe suceder al margen de líneas editoriales, ediciones, éxitos, fracasos. Y que sólo completando lo iniciado se impide el convertirse en un pecio, desierto.
Cada autor de los escritos de este homenaje va acompañado, y de la mano, de un fragmento de este diario y especial legado de Ricard Castells; estructura aquellos días, deja la primera y última palabra, despeja nieblas, camina cuestas y pendientes pronunciadas... Y nos sobrevuela.
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