Fuente: EFE
A Coruña, 15 ago (EFE).- Tarzán, Flash Gordon, Superman, Batman o Snoopy vivieron en páginas de cómic sus primeras aventuras y más de medio siglo después, aquellas ediciones originales se han convertido en un objeto de culto para coleccionistas y en un negocio que mueve anualmente millones de euros.
En abril de 2008 la acuarela realizada en 1932 por Hergé para la portada de "Tintín en América" fue subastada en París por 1,2 millones de euros y meses antes, "Bleu sang", de Enki Bilal, fue vendido por 177.000 euros, dando inicio a una intensa y lucrativa carrera por hacerse con estos tebeos.
Los cómics han dejado de ser un entretenimiento para jóvenes y se han convertido en un negocio, una oportunidad de hacer fortuna.
"Los que leían las historietas de superhéroes en las décadas de los 60 ó 70 son ahora gente con gran poder adquisitivo. Eso complica a veces las cosas", apunta Jaume Vaquer, uno de los mayores expertos en cómics en España, en declaraciones a Efe durante su participación en el salón del cómic de A Coruña, "Viñetas desde o Atlántico".
Vaquer, farmacéutico de profesión, comenzó a coleccionar cómics desde que era un niño.
"Mi madre de vez en cuando me obligaba a hacer limpieza, así que me tenía que deshacer de alguno", destaca entre risas.
En la actualidad posee más de 26.000 tebeos y 700 originales que almacena desde hace unos años en una buhardilla en Barcelona y avisa que de que todavía no ha terminado de colocarlos todos.
Su afición por los cómics se convirtió en algo más en 1992, ya que entonces, junto a unos amigos, comenzó a comprar cómics originales a través de una revista especializada norteamericana y así fue como se hizo con una ilustración a color de Ken Steacy, por la que pagó 20.000 pesetas.
Por aquel entonces hacerse con estas reliquias era extremadamente complicado en España, porque Estados Unidos era el centro de todo el negocio, indica Vaquer, por lo que Publicaciones especializadas y marchantes -muchos de ellos también coleccionistas- eran el único medio para conseguirlas.
"En esa época éramos cuatro los que nos dedicábamos en España a esto" y hoy, al menos, ya son medio centenar.
Como en otros muchos campos, Internet supuso una revolución, ya que surgieron las webs especializadas, las listas de correo -un sistema a través del que coleccionistas particulares y agentes van ofrecen noticias y novedades del sector-, y proliferaron las casas de apuestas, donde comenzaron a subastarse todo tipo de artículos de colección.
En la actualidad Heritage Auction Gallery es el centro de subasta de cómic más importante del mundo, en donde se puede encontrar casi de todo.
Basta con apuntarse a su lista de correo para estar al tanto de todas las novedades.
"Es un mundo un poco cerrado, aunque desde que existe Internet esto ha cambiado un poco", reconoce Vauquer, que explica que los salones del Cómic, como el de Madrid, incluyen incluso secciones específicas para la compra y venta de originales.
En los últimos años el mercado se ha diversificado ligeramente. Estados Unidos sigue siendo el epicentro del negocio, aunque tanto Francia como Italia cuentan ya con importantes coleccionistas, aunque conseguir material europeo, de autores como Uderzo o Franklin, sigue siendo "muy caro".
Además, la proliferación de películas basadas en héroes de cómic, como Batman, Superman o Watchmen -cuyos 12 números son considerados una de las reliquias más valiosas del sector- contribuye a revalorizar estos títulos.
De hecho, este mismo año uno ejemplar del primer número de Superman (Action Comics, 1938) fue subastado por Internet por un precio récord de 1,5 millones de dólares, cuando su precio original fue de 10 centavos.
"Suerte, vista y habilidad" son los condiciones necesarias para hacer fortuna en un sector que cuenta entre sus miembros con actores como Nicolas Cage -que debe su apellido a un famoso personaje de cómic, Luke Cage-, y directores como Steven Spielberg -quien posee el número 1 de la revista de humor norteamericana Mad-, o George Lucas -admirador de Flash Gordon-.
1 comentario:
bueno eso de los originales es tan impreciso, las fotocopias son tan perfectas, que de no ser que hagas la prueba del algodón te la peden colar que ni te cuento, pero si a veces veo yo mis fotocopias y no se cual es el original
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