La operación nostalgia ha llegado también al tebeo. Tintín, Astérix, Corto Maltés... ya acumulan un reconocimiento no sólo popular, sino incluso académico, que ahora alcanza también a sus contemporáneos de los cincuenta, los sesenta y los setenta en España. Reediciones, nuevos álbumes, libros de estudio e incluso películas se acumulan para reivindicar a los personajes que dominaron los quioscos, en muchos casos con el sello de la editorial Bruguera.
Para entender el fenómeno hay que comparar el escaso reconocimiento que los tebeos nacionales han tenido en España frente al que sus contemporáneos consiguieron en los países vecinos. Tintín, con 200 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, es un icono nacional en Bélgica, con su museo e incontables adaptaciones cinematográficas a las que pronto se sumarán los proyectos que preparan al alimón Steven Spielberg y Peter Jackson. Astérix, después de 300 millones de tebeos vendidos, disfruta ahora en Francia de su 50 aniversario -que se cumplió el pasado jueves 29- con el lanzamiento de un nuevo álbum y ha protagonizado jalones tan importantes como el de dar nombre al primer satélite artificial galo, lanzado en 1965.
Las razones por las que España no ha tenido un tebeo popular de similar reconocimiento no están, según los expertos, en la falta de calidad de muchos autores, sino en un mercado que no valoraba la calidad, sino la cantidad. Concretamente, por la forma de publicar de la editorial Bruguera, que se adueñaba de los personajes y empleaba para ellos distintos dibujantes y guionistas, forzando a los creadores a publicar a toda prisa para conseguir un salario suficiente.
Estrecheces económicas
"Cualquiera que dé un vistazo a las primeras aventuras largas de Mortadelo y Filemón, en particular a El sulfato atómico, puede darse cuenta de que Francisco Ibáñez tenía capacidad para estar a la altura de Hergé o Franquin. Pero, como él mismo ha dicho en varias ocasiones, tenía que comer, y producir por tanto en mucha mayor cantidad", explica el profesor de la Universidad Complutense José María Faraldo, experto en cómic.
Mortadelo y Filemón son, obviamente, el tebeo clásico español más vivo, con dos películas, un musical, traducciones a una treintena de idiomas, 150 millones de álbumes vendidos, 50 de ellos en Alemania y algunos más en España. Sin embargo, el problema de la cantidad se hace evidente cuando comparamos sus casi 200 álbumes largos, y literalmente miles de historias cortas, con los 34 relatos publicados de Astérix o los 24 de Tintín.
Ibáñez ha sido reivindicado continuamente tanto por este trabajo como por Rompetechos, el Botones Sacarino o la mítica serie 13 Rue del Percebe. Precisamente, Ediciones B -heredera de Bruguera- presentó esta semana un libro desplegable en tres dimensiones de la comunidad de vecinos más famosa y peor avenida de España.
Pero también le ha llegado el turno para ser reeditados y reivindicados a otros clásicos de la época. Tanto RBA en quioscos como Ediciones B están recuperando a Zipi y Zape, Carpanta, La Panda, el Reporter Tribulete y algunos de sus autores están consiguiendo de manera póstuma un nuevo reconocimiento.
Es el caso, por ejemplo, de Manuel Vázquez, que incluso merecerá el próximo año un biopic en el que será encarnado por Santiago Segura. El creador de figuras que han pasado al imaginario colectivo español como la Familia Cebolleta, las Hermanas Gilda, la Abuelita Paz o Anacleto resume en su atribulada vida los problemas de aquellos dibujantes: uno de sus trabajos más conocidos, Los cuentos de Tío Vázquez, que narran las desventuras de un moroso, es en rigor autobiográfico.
El cartagenero Gustavo Martínez Gómez, que firmaba como Martz Schmitz, es otro buen ejemplo: fue considerado por el magistrado y amante de los cómics Salvador Vázquez de Parga como "el creador del lenguaje propio del tebeo español, con un ritmo frenético de gags y páginas abigarradas" a través de personajes como el Doctor Cataplasma o el Profesor Tragacanto. Igualmente se recupera el trabajo de Joan Rafart i Roldán, Raf por seudónimo, en particular su serie de Sir Tim O'Theo.
Continúa por su parte en activo Jan, Juan López Fernández, que ha convertido a Superlópez en un personaje con 50 álbumes a lo largo de 35 años. Sin embargo, todo este revival ha motivado que algunas de sus creaciones queden fuera de su control. En dos de sus trabajos más celebrados, que contaban con guión de Francisco Pérez Navarro, se presentaba al Supergrupo, en el que Superlópez intentaba liderar a la imposible alianza entre el Capitán Hispania, El Bruto, La Chica Increíble, Latas y El Mago. Pérez Navarro mantuvo los derechos sobre estos personajes y ahora, 25 años después de su nacimiento, ha creado nuevas historias para ellos, sin Superlópez, que serán realizadas por otro dibujante.
Otra resurrección curiosa y que ha cosechado excelentes resultados comerciales es el retorno de Esther, personaje hegemónico del tebeo femenino en los setenta. Su autora, Purita Campos, trabajó directamente para una editorial inglesa y ha vuelto a la actividad con reediciones de los clásicos y nuevas aventuras. De manera significativa, son publicadas por Glénat, una editorial catalana que cuenta en su catálogo con mangas japoneses o con obras de los autores clásicos del cómic de prestigio español, como Alfons Font, Fernando Fernández o Carlos Giménez.
Joyas literarias
Otros clásicos en curso de reedición son los títulos de Joyas Literarias Juveniles, serie en la que Bruguera resumía en 32 páginas de tebeo los grandes títulos de la novela de aventuras.
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