domingo, 5 de abril de 2009
Firma invitada: Borja Crespo
Entrevista a BLANQUET
BIENVENIDOS A MUNDO ENFERMO
Por Borja Crespo
He leído un tebeo raro, con viñetas raras y gente rara, y no puedo pegar ojo. No puedo dormir. No sé si estoy enfermo o qué, pero me cuesta conciliar el sueño. Tengo pinchazos en el estómago. He bebido demasiado refresco de cola, y he cenado cantidades industriales de fast food, pero no creo que esa sea la razón. Oigo ruidos en las paredes. Cosas que reptan. ¿Son mis vecinos que me acechan? La piel de la habitación ronca. El papel pintado se mueve y supura un extraño líquido blanquecino. Mis monstruos encerrados en el armario quieren salir. Oigo puertas que se abren y se cierran, alguna dentro de mi propia casa. Me tapo hasta arriba con las sábanas y vuelvo a cerrar los ojos. Lo he hecho ya muchas veces a los largo de esta noche. Demasiadas.
Oigo una inquietante voz dentro de mi cabeza: “Explórate... explóranos... explóralos...”. No reconozco de quién puede ser. “¿Quién eres?”, pienso. “Soy Blanquet, y he venido a revolver tu mente”, contesta. ¿Revolver? ¿Por qué? “Paso parte de mi tiempo explorándome”, responde susurrante. “No me aclaro mucho sobre mi mundo interior, por eso intento encontrar mi lado más o menos oscuro y trato de sonsacar algo de ello. A veces es suave y húmedo, y a veces frío y cortante. Es una sensación agradable”. Intuyo que quiere que yo haga lo mismo, que escarbe en mi mismo y en la naturaleza humana para librarme de mis pesadillas, para expulsarlas y desterrarlas para siempre. Pero, ¿él lo hace entrando en mi cerebro? ¿Se libera así? ¿Qué hace aquí?
Abro los ojos raudo, enciendo la luz veloz y cojo poseído por el pánico el cómic que he devorado antes de apagar la luz. El nombre me sonaba de algo: Blanquet. Es el dibujante. "No me acuerdo realmente cuando fue la primera vez que firmé mi primera historieta, a lo mejor hacia los 8 años. Pero siempre he dibujado, incluso antes de esa edad”, explica la voz, más calmada, mientras ojeo de nuevo, preso de los nervios, las páginas del tebeo, poblado de seres deformados por sus obsesiones y anhelos. “Dibujar cartoons vino de casualidad, de las ganas de contar historias y de crear mi propio universo gracias a este medio. Para mí las viñetas son más una herramienta. Pongamos que el dibujo sería un gran paquete de clavos, y las historietas un martillo que utilizo día y noche para hacer gritar a mis vecinos”. Según callan las palabras oigo varios martillazos en el techo. La lámpara se mueve. Toda la habitación. Me siento Gregorio Samsa, pero antes fui insecto.
Me estremezco, pero no puedo dejar de observar las ilustraciones mientras la voz, con un fuerte acento francés, continúa su discurso. Parece incluso amigable, como si quisiera mantener conmigo un diálogo. No sé si soy yo mismo hablando conmigo mismo, pero decido escuchar. “Sueño fácilmente, y vivo mis pesadillas como sueños”, relata, mientras noto como mi cuerpo se relaja y entra en un proceso hipnótico, frase a frase. Me siento dentro de una película de David Lynch, como si Cronenberg me hubiese secuestrado mentalmente. Entonces me doy cuenta de que ese alguien, ese tal Blanquet, lee mis pensamientos. “Hay en ambos cineastas un clima general que no me deja indiferente, porque ellos meten al espectador en un mundo, su mundo. Pero hay realizadores menos conocidos que también amo mucho. Pienso en Alex van Warmerdam”. ¿Seré yo quien realmente está introduciéndose dentro de su mente? “En general me atraen las historias fuertes. Esas que terminan bien o mal, sin medias tintas. Tengo necesidad de singularidad. Durante un tiempo estuve fascinado por actos irracionales, como ese tipo que se corta el miembro por una mujer, o la tierna abuela que se dedica a matar perros... Me encantan las historias donde el clímax es más fuerte que el planteamiento. Mi ideal es una historia de lo más banal, que en principio sea ligera, tierna, casi boba… hasta llegar a las últimas páginas, donde aparece un clímax de asco que atrapa al lector y va directo al estómago”.
ME PICA EL ALMA
“¿Qué tipo de público leerá estas viscosas historietas?”, me pregunto, totalmente entregado al paranoico juego. “No creo que tenga un tipo de público en particular. No he encontrado a nadie que no esté dentro de la normalidad. Diría que no tienen una patología aparente. Hay algunos lectores que me escriben para decirme que mi universo les afecta, pero no me saben decir exactamente cómo... Una vez un seguidor depositó en mi buzón una película escatológica, y yo me lo tomé como una ofrenda. Aparte de esto no sé que se esconde detrás de mi público”. Establecido el diálogo de tú a tú con el ente artista, sigo escuchando. Tiene ganas de hablar, de hablarme, y yo de escuchar, de escucharme... Las influencias a nivel gráfico son claras. “Hay infinidad. Cuando era niño adoraba los cromos de la Pandilla Basura, con esos diseños trabajados que me producían un asco impresionante. Hubo mucha gente que sacó partido de los medios underground franceses. Los diseñadores con un estilo más cercano a la pintura que a los cartoons. Hay gente como Matt Konture, y5p5, Placid o Muzo que han sido importantes porque tenían libertad en el fondo y en la forma. Después están los comics americanos que he descubierto como un soplo de aire fresco. Los tebeos de Crumb, Julie Doucet, Dame Darcy, Mark Beyer, Gary Panter, Rosen, Rory Hayes y de tantos otros. Hoy en día me intereso por gente como Pierre Moliner, he redescubierto a Gras, y me alejo poco a poco del estilo del cartoon...”.
“Soy muy curioso y me alimento de muchas cosas. Demasiadas para cortarlas en piezas”, continúa, mientras cierro el tebeo momentáneamente y observo su portada: “Mi armario”, ediciones Tabasco Carrasco. Acaricio el título y vuelvo a sumergirme en el contenido, un compendio de planchas de gigantescas viñetas a una página, habitadas por criaturas grotescas, pero humanas, que supuran sus fantasmas. Es un planeta de monstruos. ¿El reflejo de nosotros mismos? Se respira sexo enfermizo y huele a violencia. “Sentimos lo que queremos sentir. Es suficiente con mirar a tu alrededor. Todo está desviado. La mujer que come su hot dog está desviada sexualmente, el tipo que mira el agujero de las medias de la chica en el metro está desviado… Me intereso por el mundo con ojos de virgen, después mi mano perversa hace el resto”. Sin duda, la mutación puede llegar a ser un arte. “Estoy interesado en la falsa normalidad”. Una espesa atmósfera va apoderándose de mi entorno. Vuelvo a sentirme mal. Los expresivos garabatos fantasmagóricos no me dan confianza. “Ser paranoico ayuda a encontrar ideas. El malestar y la fiebre ayuda también mucho”, dice la voz invitándome de nuevo al estremecimiento. Un escalofrío recorre mi columna vertebral y siento el deseo de lamer las hojas del cómic, de chupar las ilustraciones como si fueran droga. Mi lengua rasca el papel, hasta ver lo que hay debajo.
Sigo intentando entender. “Pienso que hay cosas muy buenas, y otras verdaderamente mediocres. Me interesa mucho más un universo singular que un estado general. Hay muchos autores que hacen obras autobiográficas que tienen un punto de vista demasiado débil sobre su vida para interesarme. Otros, al contrario, como Max Anderson, se han inventado un mundo propio, sin referencias de la realidad. Por ello entiendo que son autores importantes”. Según escucho, me acuerdo de los trazos de Dave Cooper. “Me gusta mucho, y desde hace años. Mis gustos son bastante amplios. Tengo gran admiración por Joe Coleman, por ejemplo”. ¿Y Paco Alcázar? “No le conozco. Tengo unos amigos que hacen unas cosa estupenda que se llama Canicherio. Con mi editorial he publicado imágenes de uno de los artistas de este pequeño grupo que se llama Diego Fermín. También me gusta el trabajo de Olaf Ladousse, y los dibujos de Tomeu Cabot, un artista que ha publicado en Francia algunas imágenes potentes que me atraen mucho, en la publicación de Bruno Richard”.
ME DUELE EL ALIENTO
Las viñetas cobran vida. Un monigote me guiña un ojo que llora. Otro me señala con un dedo sucio y se burla con sorna. Son dibujos animados pringosos, escatológicos, embadurnados con humor negro negrísimo... Vuelven a aflorar mis nervios, pero mis manos sudorosas no pueden soltar el tebeo y la voz sigue hablando incansable. “La experimentación es importante. En la animación, por ejemplo, hay muchas películas que están hechas de forma experimental. Lo no experimental no debería existir en el medio artístico. Para avanzar hay que buscar, hay que probar, aunque no funcione, hay que hacerlo... Por casualidad comencé a hacer animación de una forma rudimentaria, animación antigua, con marionetas y papel cortado. Enseguida fui seducido por las imágenes en movimiento. Lo que está bien es que mis películas son muy básicas. Me gusta divertirme y tener un contacto directo entre un personaje a animar y mi mano. Cada vez concibo más las historietas como si fueran películas. Lo que me resulta molesto es que en un medio como el cómic estás solo para hacerlo, solo tienes a tu cabeza y a tu mano. En la animación, compartes más, y aunque el resultado no sea bueno, estás contento porque has compartido”.
¿Es eso? ¿Quiere compartir su mundo conmigo? ¿Con nosotros? Son las crónicas del horror cotidiano. Un terrible sonido chirriante, de insecto en celo multiplicado por mil, sacude mi cráneo. El dolor de mi estómago explota y la oscuridad me devora de una dentellada. Una inquietante pesadilla húmeda no humana. Un sueño áspero con olor a fluidos corporales. Abro los ojos súbitamente y me encuentro tirado sobre el teclado de mi ordenador en un charco de vómito. En la pantalla parpadea www.blanquet.com. ¿Entro de nuevo? Mejor lo dejo en otras manos...
Stéphane Blanquet (Conflans, Francia, 1973)
Títulos publicados en España:
-“Badadaboum”, Colección El Pregonero.
-Mi yo malo” y “Mi armario”, Tabasco Carrasco
Entrevista aparecida originalmente en el fanzine Belio
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Publicado por
Ricardo Mena
en
10:19
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