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miércoles, 10 de febrero de 2016

Los Tebeos del Tío Creespy: El incal

“EL INCAL”
VIÑETAS MISTICAS
Por BORJA CRESPO

el incal


Jodorowsky, cuentacuentos y cuentista, gurú ilustrado, socarrón, magnético y mediático, es un visionario en potencia cuando se pierde entre viñetas. Defiende el lenguaje del cómic como una de las pocas expresiones artísticas que aún respira sin ataduras y ha reconocido en múltiples ocasiones su peculiar manera de trabajar con los historietistas. Más que un guionista se antoja un argumentista. Relata sus ideas efusivamente y deja entera libertad al dibujante para que planifique la página, decida los encuadres y pula los detalles puramente técnicos. Así pues, dependiendo de la capacidad narrativa del autor, la historia puede entenderse mejor o peor. Aquellos que denotan un buen oficio, que no se desorientan ante el flujo de ideas del extravagante artista multidisciplinar y pueden plasmarlas gráficamente con enjundia, son los que perpetran trabajos más reseñables y rematan la faena. En 1975 conoció a Jean Giraud, Moebius, indiscutible genio del cómic. Después de su cuarta película, “Tusk”, con la que el chileno no quedó nada satisfecho, y el hundimiento del proyecto de adaptar la novela “Dune”, ambos comenzaron a trabajar en “El Incal”, magna obra del noveno arte y la ciencia-ficción. Aliaron sus talentos, mientras profundizaban en su amistad, para engendrar una obra esencial.



Hay títulos que soportan perfectamente el paso del tiempo y mantienen latente un aura de modernidad. Es el caso de “El Incal”, uno de los cómics para adultos más importantes de las últimas décadas. Su particular visión de un mundo futuro, alejado de los convencionalismos de la sci-fi tradicional, cargada de misticismo, rompió moldes en los años ochenta y aún mantiene una inusitada energía que atrapa al lector en cada página. A pesar del caos que impera a lo largo de toda la historia, un detalle que a la hora de la verdad le aporta personalidad, el universo planteado por Jodorowsky en su labor de guionista, rematado por las excelentes ilustraciones de Moebius, grande entre los grandes, nos introduce en un campo minado de incógnitas sobre nuestra existencia que se funden con raíces mitológicas. El relato está protagonizado por John Difool, personaje vinculado a la carta de El loco del tarot, un detective de poca monta -de categoría “R” según su tarjeta- que se ve envuelto por causas del azar en una trama de proporciones cósmicas. Su odisea se inicia con la imagen recurrente de su cuerpo cayendo al vacío, sin saber muy bien por qué, con una amenazante lago de ácido que todo lo disuelve esperándole al final del mortal camino. A su alrededor se nos presenta un mundo futurista poblado de seres estrambóticos rodeados de tecnología al servicio de una humanidad deshumanizada. Pero una vez librado de una muerte segura gracias a una extraña maniobra del destino, siempre impredecible, la mente del protagonista recapitula y va desentrañando las causas de su incómoda situación. Posee algo por lo que es perseguido, un misterioso cristal que guarda un inmenso poder: el Incal. A partir de entonces su vida será una constante huida en busca de respuestas mientras curiosos personajes de dudosas intenciones se cruzan en su camino y grotescos ejércitos al servicio de poderes enfrentados ponen precio a su cabeza.



             “El Incal” se publicó originalmente en la colección Humanoides del “Metal Hurlant” a lo largo de la década de los años ochenta (83-89). Jodorowsky y Moebius iniciaron su larga colaboración con la historia “Les Yeux du Chat”. Se habían conocido trabajando juntos en los diseños de la película “Dune”, proyecto que acabó en manos de David Lynch, lo que supuso un cambio total en su planteamiento. El conocido dibujante francés, cuya técnica ha sido imitada hasta la saciedad por otros historietistas, se encontraba en un momento dulce de su carrera, pero esta ascensión no supuso ningún problema a la hora de compartir la autoría de la obra seminal. De hecho, si analizamos el grafismo podemos comprobar una clara evolución en el estilo. En relación al guión, el argumento se va enrevesando hasta límites insospechados a medida que avanzamos en la lectura, complicándose su resolución. De esta manera se destapa un claro problema, habitual en la trayectoria de un creador tan impulsivo como Jodorowsky. Da la sensación de que la historia está escrita progresivamente, sin saber cómo va a acabar. Se despliegan una batería de deslumbrantes ideas, no siempre bien consumadas, aunque la sensación global sigue siendo indescriptible. La aventura, de atmósfera absorbente, respira espiritualidad mientras las ilustraciones, impactantes y sencillas a un mismo tiempo, permiten navegar en un mar de ilusiones de vivos colores.



La imaginería propuesta en las páginas de “El Incal” ha influido notablemente en la cronología del cómic, pero también en otras disciplinas como el cine o la literatura. Su visión del mundo ha dejado huella, así como su manera de entender la ciencia-ficción, género que se revela como el vehículo ideal para plasmar las maquinaciones y reflexiones made in Jodo. Sin ir más lejos, películas como “El quinto elemento”, de Luc Besson, no existirían sin la referencia de esta saga cósmico-religiosa, incluyendo la adaptación a la gran pantalla de “Blueberry”, de Jan Kounen, con un resultado lisérgico en exceso que sembró de perplejidad el patio de butacas, sorprendido ante una película que mezclaba los lugares comunes del western con la psicodelia y parecía escrita por el propio Jodorowsky. La estética de Moebius, por su parte, ha servido como modelo a multitud de dibujantes que no han dudado en beber de las fuentes de su maestro, en ocasiones llegando al plagio. “El Incal” ha contado con discutibles reediciones -una coloreada de nuevo-, e innecesarias secuelas, exprimiendo al máximo la gallina de los huevos de oro: “Después del Incal”, con dibujos de Moebius; “Antes del Incal”, con ilustraciones de Janjetov; y “Final Incal”, con grafismo de José Ladrönn. La crítica especializada no ha sido muy complaciente con estos lanzamientos que explotan la exitosa fórmula sin orden ni concierto. 


lunes, 7 de diciembre de 2015

Los Tebeos del Tío Creespy: Hit Emocional, de Juanjo Sáez

“RECUERDOS MUSICALES, MOMENTOS VITALES”

Por Borja Crespo














hit emocional juanjo saez


Desde “Viviendo del cuento” y “El arte”, libros que dieron a conocer el talento personal e intransferible de Juanjo Sáez, bregado en el mundo del fanzine con propuestas rompedoras en los convulsos años 90 como “Círculo primigenio” –imposible no recordar aquel ejemplar grapado cuyas cubiertas eran de peluche rosa-, el polémico autor catalán ha mantenido prácticamente impoluto su estatus de artista molesto y modernón, moviéndose como pez en el agua en el terreno del diseño y la publicidad, pero las ventas de su obra en papel se han ido resintiendo. 

Tras llevar al paroxismo su amor por hablar de sí mismo en “Yo”, un volumen para muy fans de sus filias y fobias, y darse un tropezón con “Crisis de ansiedad” (el propio dibujante se preguntaba por las razones del bajón de ventas en su perfil de Facebook), un recopilatorio de chistes gráficos de difícil portada, el otrora azote de Jordi Labanda regresa con fuerza con “Hit emocional”, apostando por una nueva editorial, la mexicana Sexto Piso, con mayor capacidad de distribución en países de habla hispana, y un proyecto que vuelve a dejar constancia de las peripecias de un artista, a su pesar, cuya mayor fuente de inspiración confesa es la bendita (y maldita) nostalgia. 

Cualquier tiempo pasado no fue necesariamente mejor, pero puede dar pie a hablar, con algarabía y sensibilidad, de la vida y esos pequeños momentos que pueden marcar nuestra existencia. Así lo ve, con la gracia que le caracteriza, un Sáez despierto, consciente de la necesidad de dar un volantazo a su carrera y sudar cada trazo de su nueva iniciativa para mantener el nivel en el difícil y agitado mercado actual, donde cada vez hay más competencia y un mayor número de voces con mucho que decir e ilustrar, con ingenio, fuerza y talento. De hecho, “Hit emocional” no se limita a recopilar las páginas ya publicadas bajo este título periódicamente en la revista especializada Rockdelux, arropadas con abundante material inédito.



Las viñetas de Juanjo no suelen ser plato del gusto de los aficionados fundamentalistas de un medio cuya grandeza reside, precisamente, en la riqueza de su lenguaje y en la variedad de estilos de su gente. Nadie ilustra como Sáez, es de Perogrullo, con ese carisma identificable que remite a lo infantil. La obra del culpable de los dos mastodónticos volúmenes de “Arroz pasado” (el story-board de una serie de televisión de animación vendido con excesivo optimismo como novela gráfica) ha influenciado a actuales superventas como “Moderna de pueblo” y sucedáneos, un fenómeno literario, no ajeno al panorama del cómic, digno de estudio. Sáez tiene la capacidad de atraer a un público variado, ajeno a los tebeos en un alto tanto por ciento, razón por la cual vende lo que vende, y puede hacerlo más, porque “Hit emocional” es de obligada lectura para todo melómano que se precie (“La música me ayuda a estar menos perdido”, se comenta en la contraportada). 

La memoria musical sirve como excusa para desgranar la trayectoria vital de un joven despierto a las emociones que encuentra en la música un bálsamo ejemplar y una buena razón para existir. Diversos recuerdos entrañables, evocados por sonidos de artistas indispensables, y el retrato sentido de aquellas personas reales que compartieron vivencias esenciales con el dibujante conforman la estructura narrativa de un tomo vivo y libre donde abunda el texto descriptivo, con esa caligrafía de niño inquieto inevitable, y la grandeza de la síntesis made in Sáez como epítome de juventud. El despliegue de anécdotas es pura evasión en este paseo por la historia de la música alternativa en esta España nuestra a finales del pasado siglo y principios del presente. Si nuestra vida emocional se identifica con el tema, la lectura es sumamente placentera.

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lunes, 23 de noviembre de 2015

Los tebeos del Tío Creespy: Mondo Lirondo

“MONDO LIRONDO RETURNS” (VV.AA., Astiberri)
Por Borja Crespo





En los años 90 pasaron muchas cosas en el ámbito del cómic en nuestro panorama editorial, aunque se escriba poco, o nada, sobre aquellos curiosos años. Quizás la grapa del formato comic-book no tiene el glamour de las tapas y el lomo de la novela gráfica, pero muchos autores de hoy, ya consagrados, hicieron sus primeros pinitos en aquella época cargada de fanzines de peso y editores compulsivos. “Mondo Lirondo” vio la luz a mediados de la última década del pasado siglo, cuando cuatro inquietos estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de Barcelona unieron sus fuerzas para luchar contra el tedio entre clase y clase. Alex Fito, Ismael Ferrer, José Miguel Alvarez y Albert Monteys se reunían en la cafetería de la universidad, un inmejorable lugar de encuentro, para intercambiar ideas y dar forma a los personajes que poco más tarde poblarían sus viñetas. Uno para todos y todos para uno, cuatro dibujantes para un solo proyecto. Bautizados como La Penya Productions, decidieron poner a prueba el nivel de sus historietas, presentándolas en grupo a la editorial Camaleón. El contacto valió la pena y poco más tarde salió a la calle el número 0, cuyas buenas críticas se vieron correspondidas con el premio al mejor fanzine otorgado durante el 12º Salón del Cómic de Barcelona (1994).


Ahora Monteys, Alvarez, Ferrer y Fito han vuelto al ruedo del tebeo autóctono con la continuación de su invento, mucho tiempo después, aunque, por lo que cuentan, el guión estaba esbozado desde hace más de una década. “Mondo Lirondo returns” supone un guiño a sus fans, que los tienen, y un homenaje a la época que les vio nacer profesionalmente. Estamos ante una mirada ácida e irónica a una profesión, la de dibujante, y a una etapa llena de energía juvenil, con más mala leche que nostalgia. Para el que no conozca la iniciativa, “Mondo Lirondo” es una propuesta gráfica protagonizada por animales demasiado humanizados, cuyo interés viene dado por el carácter esperpéntico de sus grotescos personajes, surgidos del cruce entre las películas clásicas de la Disney, la ácida pluma de Robert Crumb y el manga más caricaturesco. Lo que comenzó como un fanzine plagado de buenas ideas se convirtió, a pesar de su carácter alternativo, en un comic-book indispensable para el lector despierto.


El lanzamiento de “Mondo Lirondo returns” viene acompañado de la re-edición del volumen integral de la serie primigenia donde se contaban las andanzas del grupúsculo de animales antropomórficos de comportamiento un tanto desviado. En el Valle de las Zarzamoras, lugar común donde todos confluyen, un pobre topo traumatizado que atiende al nombre de Topolino comete un sangriento asesinato que lo convierte en un impredecible psicópata. Mientras tanto el elefante Antonio y Ricardo la termita, ambos en libertad condicional, asaltan una sucursal bancaria con lamentable resultado. Este es el principio de un argumento que invita a la sonrisa en sucesivos capítulos. A pesar del amable grafismo que ilustra cada página, podemos olvidarnos del Pato Donald y sus semejantes, estamos ante un desquiciante culebrón protagonizado por Annabelle (la pulga prostituta), Armando (el canario empresario sin escrúpulos), el limón Gazmoño (cítrico homosexual) o el inspector Caracolín (un policía de ciudad virgen), delirantes arquetipos cuyas vidas paralelas se entrecruzan como en una película de Robert Altman (especial atención merecen las Moscas del Apocalipsis, una secta empeñada en extender su religión ante la evidente llegada del fin de nuestra existencia).


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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Los Tebeos del Tío Creespy: Marshal Law. Miedo y Asco

“EXTERMINADOR DE SUPERHEROES”





Con dos letras L al final de su nombre de pila es un personaje del Tekken, el popular videojuego, pero Marshal Law no va por ahí, es un tebeo británico con muy mala leche, iconoclasta y sarcástico, que recupera ECC en nuestro mercado para el deleite de lectores de nuevo cuño y coleccionistas despistados. Este antihéroe de uniforme transgresor, contemporáneo a “Watchmen” y “Batman: El regreso del caballero oscuro”, marcó un antes y un después a finales de los años 80 en el terreno de la deconstrucción del género superheroico, llevándolo de lleno al terreno del humor desvergonzado y la parodia descarnada con toques gore, antes de que el asunto se pusiera de moda en la década de los 90. Epic Comics –sello adulto de Marvel- lo publicó por primera vez en 1987, inaugurándose sus peripecias con una serie limitada de seis números que continuó con diversas entregas, la mayoría autoconclusivas, a cual más demencial, incluyendo cross-overs despendolados, en cuyas viscosas y viscerales páginas el inusual protagonista le rompía la cara a personajes en pijama con poderes sobrehumanos fáciles de reconocer a pesar de los rasgos caricaturescos, o gracias a ellos. En una de sus majestuosas e impredecibles tribulaciones practicó pressing catch con, atención, el mismísimo Pinhead de “Hellraiser”, la película (¡sí!), todo un icono del cine de horror. También se tiró de los pelos directamente con Savage Dragon y The Mask (¡vaya dueto!).

Marshal Law, cuya importancia para la historia del cómic debe reivindicarse hasta el punto de aparecer en los buscadores del ciberespacio por delante del individuo cachas del Tekken antes mentado, un mindundi a su lado que ha osado usurparle su más que merecido protagonismo entre internautas aficionados a otras formas de entretenimiento, lució sobremanera, fulgurante, en una cabecera de trayectoria tan exigua como estimulante, “Toxic!”, nacida en 1991 como respuesta a la emblemática revista “2000 AD”. Pat Mills, responsable de los guiones del re-lanzamiento que nos ocupa, y Kevin O´Neill, dibujante del mismo, pergeñaron bajo el estandarte de Apocalypse, junto a Alan Grant, John Wagner y Mike McMahon, un buen puñado de planchas con cadencia semanal donde reinaba la anarquía y brillaban los diálogos lenguaraces. Exabruptos de trazo grueso para el júbilo de lectores desprejuiciados con ganas de fiesta, ansiosos por ver a sus queridos –u odiados- superhumanos dando un paso más allá en sus tropelías. Es decir, ¡que corriera la sangre! Kill´em all!!! If you want blood, you got it!!!



HEIL MARSHAL!

Marshal Law es un inquietante cazador de superhéroes que lleva su obsesión hasta sus últimas consecuencias para limpiar las calles de San Futuro. Le gusta demasiado su trabajo, repartir candela entre los paladines que se pasan de la raya, vigilar a los vigilantes, imponer la ley entre los hombres maravilla, pero tan ardua tarea suele acabar en una gran carnicería. Mutilaciones, anatomía desatada, cabezas cercenadas, tripas pisoteadas… Vestido con signos filonazis, con ropa de cuero, cadenas, armado hasta los dientes y un alambre de espino alrededor de su brazo derecho, no oculta su sadismo y su afán por sembrar el miedo entre sus enemigos con su sola presencia. Le gusta infligir el dolor en sus víctimas. La goza sin remordimientos exterminando a justicieros que han perdido el norte de la manera más exagerada posible. El espectáculo deviene una parodia grotesca del género, un divertimento sanguinolento, cargado de humor negro marca british, cuya existencia ha influido, sin duda, a reconocidas series actuales con similares planteamientos: “The Boys”, “The Pro” o “Kick-Ass”, por citar algunos ejemplos, sobre todo la criatura de Garth Ennis.

Cuando algunos le dábamos a los tebeos de Forum con cierta parsimonia apareció Marshal Law, al que es inevitable comparar con el mítico –e igualmente insano- Lobo. De hecho, en la tebeoteca del que esto escribe los volúmenes protagonizados por ambas fieras del papel están en la misma estantería como un tratado de principios. Las historias de Pat Mills, que ha dejado también su mano en Slaine y Judge Dredd, supusieron un soplo de aire fresco, sangre nueva para la máquina, bien acompañado por el arte de Kevin O´Neill, cuyo estilo gráfico fue todo un descubrimiento por aquel entonces, personal y sumamente expresivo, antes de dar el campanazo gracias a “La liga de los caballeros extraordinarios” (cuyas últimas entregas, por cierto, no las entiende ni el propio Alan Moore).

La apisonadora Law tiene sus propios problemas, algunos de índole sexual, y a pesar de que puede parecer que aprieta el gatillo porque sí, defiende unas férreas convicciones. La violencia de sus viñetas pueden parecer más de lo mismo hoy en día. Sin embargo, en el momento en el cual vio la luz rompió moldes. Además, la serie cuenta con una loable galería de personajes secundarios y desmitifica el género que le inspira de manera magistral, con varios niveles de lectura -que la hemoglobina no nuble el mensaje-. ¿Alguien necesita más razones para degustar una obra que mantiene su gancho y profundidad a pesar del paso del tiempo? A ver si funciona la re-edición de ECC y publican todo, ¿no?

lunes, 5 de octubre de 2015

Los Tebeos del Tío Creespy: Rocky

“PURA ENERGIA JUVENIL”
Por Borja Crespo







Somos conscientes de que el mundo del cómic no gasta demasiada energía en cuestiones promocionales, sobre todo por estos pagos. Quemar dinero en publicidad está más que descartado. Ni las grandes casas se atreven, o simplemente pasan. Dejémoslo en imposible. El riesgo no es lo nuestro. Sabemos que hay un problema en general, pero pocas editoriales se ponen las pilas en este aspecto. Probablemente porque no pueden, económicamente hablando, cuestión de contratación. Pero hay detalles al alcance de la mano. Por ejemplo, últimamente me obsesiona especialmente lo que nos encontramos en los textos que van en la contraportada de las novedades. Hay que cuidar cada línea: es la tarjeta de presentación inmediata del producto en puntos de venta no especializados. No han de ser muy extensos e ir al grano, sobre todo si la intención es abrirse al gran público. Un rosario de palabras poco –nada- crípticas viene bien para despertar la curiosidad de un profano. Hay que insuflarles atractivo sin caer en lo obvio. El aficionado puro y duro ya está enterado, lo tenemos en el bote, aceptamos que sigue la trayectoria de los responsables del lanzamiento. Sin embargo, por citar una muestra, no entiendo la edición reciente de “Nueve preguntas” por parte de Dibbuks. Si no controlas el proyecto de antemano por algún cauce, ¿de qué va la cosa? Ninguna nota introductoria que ayude a arrojar luz sobre la interesante naturaleza del tomo. En las editoriales grandes, centradas en la literatura, hay gente a sueldo que se encarga de estas tareas. Menos mal que vivimos un “momento dulce” en los medios.


Me voy por los cerros de Úbeda, lo sé, pido disculpas, pero viene lo antepuesto al caso porque la edición de “Rocky” que trae bajo el brazo Fulgencio Pimentel, la editorial con el nombre más chocante y sugerente de la piel de toro, me ha invitado a reflexionar sobre la información que manejamos en esto de los tebeos. Tras leer la contra, me reafirmo: hay que cuidar los mínimos detalles si queremos llegar más allá en cuestión de ventas. La sinopsis empieza muy bien, vendiendo la moto con soltura, mentando a Huckleberry Finn para que el tema nos suene a aventura, pero a mitad de párrafo la explicación se decanta por dirigirse única y exclusivamente al habitual comprador de historietas que conoce al autor de la propuesta. Es una decisión a la que estamos acostumbrados, perfectamente válida, pero opaca si queremos acercarnos a un lector nuevo –ese que tanto perseguimos- que echa un vistazo a un ejemplar del libro, expuesto, entre muchos otros títulos, en una superficie de venta con algo más que viñetas. Ahí lo dejo.


LA CHICA COHETE
“Rocky” es una obra de Jaime Hernández no publicada por su editorial habitual en nuestro mercado que, además, difiere del formato al que estamos acostumbrados a la hora de disfrutar con los relatos y el grafismo del creador de la magistral serie “Locas”. Se trata de un álbum de aspecto europeo, con una deliciosa portada que remite hábilmente a ese espíritu de edición independiente, de fanzine, a reivindicar, que marcó los inicios del artista junto a su inseparable hermano, ambos narradores excepcionales. La edición entra por los ojos de manera distinta, con lo cual puede abrir las puertas de la percepción a otros posibles compradores. Los fans del magistral dibujante y guionista ya están ahí, tras su rastro, ansiosos por aplacar su afán completista, pero seguramente hay más de un sujeto despistado dentro del propio medio que no se ha fijado en su arte y algún individuo que pasa por delante, deslumbrado por la llamativa cubierta –bonita bonita-, puede picar el anzuelo.



LOCURA TEEN
“Love & Rockets”, cabecera referente del cómic independiente estadounidense, era pura energía juvenil y los sigue siendo décadas más tarde, a pesar de que haya intenciones elogiables por recoger el testigo. En sus páginas se publicaron a mediados de los años 80 las andanzas de un personaje entrañable rescatado para el deleite de todos. “Rocky” mezcla ciencia-ficción de andar por casa, en la línea de “Mechanics”, con la problemática adolescente. Hay ecos de “El retorno de las Ti-Girls: Dios y ciencia”, editada hace escasos meses por La Cúpula, casa madre frecuente de las correrías gráficas de los Hernández. Para entender los comienzos de su 50% resulta esencial su lectura, en bandeja de plata gracias a Fungencio Pimentel (me gusta escribir y rescribir este apelativo). Atendiendo a las primeras historias, podemos disfrutar de la evolución del estilo en el dibujo del artista, de su juego con el entintado, camino de apuntalar su personalidad sobre la hoja en blanco.

“Rocky” es también un buen reflejo de la obsesión de los Bros Hernández por los personajes femeninos, aquí una chica cósmica de apenas dieciséis años, devota de los viajes espaciales, adicta a visitar planetas remotos e islas mágicas de la mano de su inseparable robot, Patoso, alias Pat, la mascota ideal. Con su risueño compañero de hojalata existe una complicidad maravillosa que permite al ilustrador emplear un tono fantástico, a veces caricaturesco, incluso ingenuo, que acaba con una melancolía extrema al cerrar el álbum. El lector ajeno al trabajo de Jaime Hernández sentirá la aventura, la alegría de vivir, la felicidad que transmite una mente a punto de desbocar. Un aplauso a Fulgencio Pimentel –otra vez- por apostar por esta curiosidad. Recomendado queda el tebeo, aunque parezca que hablo de todo y de nada. Con cierta razón me pitarán los oídos, pero para datos concretos está internet y aquí pretendemos ofrecer una perspectiva diferente.


lunes, 7 de septiembre de 2015

Los Tebeos del Tío Creespy: Kick-Ass 3

“¡QUE ALGUIEN SUJETE A ESA NIÑA!”
Por Borja Crespo






Se ha anunciado como el final de la saga, pero algunos no terminamos de creérnoslo. La razón parece acercarse más a que es difícil que continúen haciéndose adaptaciones a la gran pantalla, tras el trastazo de la segunda entrega cinematográfica – ¿a quién se le ocurrió cambiar de director? -, por encima de razones estrictamente artísticas. De hecho, los personajes en papel dan para mucho más y el mayor pecado de este tercer capítulo, con el spin-off para completistas de Hit Girl de por medio, es, precisamente, cerrar la historia apresuradamente, dejando a su suerte a los personajes en una zona de confort poco creíble y escasamente apetecible –hasta aquí podemos escribir-. 

Ahora que hasta Playstation produce piezas audiovisuales que vienen de las viñetas –ahí está la, por ahora, poco luminosa serie televisiva que parte de “Powers”- y los saltos del cómic a la imagen en movimiento no paran –apostando principalmente por pasajes donde los superpoderes apenas aparecen, eso que nos ahorramos en efectos especiales-, resulta chocante que Mark Millar haya decidido dar carpetazo de una manera tan pueril a un proyecto con potencial comercial ilimitado. Probablemente la experiencia de “Kingsman” le haga reflexionar en un futuro próximo, aparte de la lectura de dígitos en sus libretas de ahorro (dudamos que tenga solamente una, tratando como trata a los bancos en su obra).


“Kick-ass 3” comienza con fuerza, apoyándose en los dibujos de un John Romita Jr. encantado de conocerse al que se le empieza a notar demasiado cierta premura en la resolución gráfica de algunas páginas, detalle que no empaña el fervor que siente el que esto escribe por sus personales ilustraciones. Violencia explícita a espuertas, humor negro y la venganza como motor principal de la acción siguen siendo los pilares fundamentales de una propuesta que ofrece aquello que espera todo fan fatal de la saga, aunque el “the end” se antoje algo indigesto, por tontorrón, al -¡atención spoiler!-devolver al redil como si tal cosa al personaje de Dave, sumido en la corrección política mientras su excompañera de fatigas no abandona el antifaz y la capa –fin de spoiler-. Mandy no puede dejar de hacer de sosias infantil de Harry el Sucio, siempre al margen de la ley (corrupta). La niña letal protagoniza las mejores viñetas de Romita Jr. Es donde el genial dibujante se desata y se siente más cómodo, ofreciendo atractivas planificaciones cuando toca repartir estopa. 

A pesar de que al guión de maese Millar se le notan las costuras, incapaz de sortear ciertos tics que se han convertido en marca de la casa, el presunto capítulo final del pateador de culos mantiene el  nivel de sus entregas predecesoras, siendo una vez más su tono lo más enérgico del conjunto. Despertará filias y fobias, por supuesto, el acomodaticio desenlace de una franquicia que ha revolucionado el género de superhéroes y sus versiones en imagen real, mal que les pese a muchos. Desde aquí vaticinamos que si no hay más películas, una serie de televisión se huele a la legua. ¿Verdad, Mark?

jueves, 23 de julio de 2015

Los Tebeos del Tío Creespy: Kimoi

“PEQUEÑO CATALOGO DE PERVERSIONES”Por Borja Crespo




“Kimoi” no es un cómic al uso. Para nada. De entrada, llama la atención su formato, a la manera de una recopilación de tiras cómicas hipervitaminado, más grande de lo normal. En su interior se aloja una selección de viñetas publicadas anteriormente en Internet, junto a algunas planchas inéditas, que puede entenderse como un pequeño catálogo de perversiones no apto para bienpensantes. 

kimoi


Ángel ya dejó bien clara su atracción por el lado más oscuro –y siniestro- de la cultura pop en su anterior trabajo, “Necróticas”, publicado por Glénat, donde lo gótico y lo escatológico se daban la mano ofreciendo al lector un compendio de chistes bien ennegrecidos. Humor macabro excitante que en su nueva aventura gráfica se convierte en una oda a los instintos más bajos del hombre (y a veces la mujer). Como ocurre en las historietas de M.A. Martín, en “Kimoi” chocan fondo y forma al encontrarnos historias viscosas, de buen mal gusto, realizadas con un exquisito trazo que bebe de las fuentes del manga y los maestros del cómic underground americano, dando lugar a un enriquecedor cruce de influencias que deviene un marcado estilo personal. De diez la ilustración de una figura de Hello Kitty saliendo disparada del esfínter anal de una bella manceba, todo un tratado de principios.

Kimoi


“Kimoi”, palabra nipona que quiere decir raro y/o desagradable, habla de extrañas manías y desviaciones sexuales en el comportamiento humano, extendidas muchas de ellas gracias a Internet. La iconografía oriental y el arte pop, los fanzines alternativos y el exceso de información en la red inspiran a un autor que vive a conciencia el mundo que describe, porque si Robert Crumb nunca ha ocultado en su obra su condición de pervertido, la mente de Ángel es la de un entrañable pajillero que disfruta sobremanera con su particular mundo poblado por el delirio erótico-festivo. Fluidos, sudor y ramen al servicio del gag

kimoi


El comprador de este lanzamiento de Diábolo Ediciones, que no tiene fácil encontrar su público porque no es únicamente el del cómic, podrá descubrir entre risas, alguna congelada, qué es un glory hole, un bukkake o un creampie, conceptos extraídos del porno que están menos extendidos de lo que cree el propio responsable de este excéntrico volumen de tiras que cuenta con viñetas excepcionales, dibujadas con ingenio, cuyas gracietas no siempre están a la altura. 

Mantened alejado de los niños, a no ser que les guste Miley Cyrus y Marylin Manson y se imaginen un coito entre ambos.

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jueves, 16 de julio de 2015

Los tebeos del Tío Creespy: Plétora de piñatas

“MAURO NOS VIGILA”
Por Borja Crespo




pletora piñatas


El lado absurdo de nuestro vivir cada día inspira al inquieto Mauro Entrialgo, cronista de nuestro tiempo, como predico sin descanso. Y no me harto. Con la tercera entrega de “Plétora de piñatas” se cierra una trilogía esencial para la total comprensión del mundo en el que vivimos. La serie de volúmenes recopilatorios editados por Astiberri reúnen las tiras de humor gráfico -¡más de mil!- publicadas durante un lustro en el diario Público. Viñetas de plena actualidad, de eterna, que despliegan nuevamente las filias y fobias de un autor que goza de una indudable capacidad de observación y disección de la realidad, sintetizando a través de gags, con un humor muy personal, el sinsentido de nuestra civilización y las manías que nos corrompen. En definitiva, ¿las contradicciones que nos corroen?




Las observaciones del padre de Herminio Bolaextra están empapadas de ironía, de una ironía necesaria que remarca nuestro patético comportamiento en determinadas situaciones. Con su particular e inconfundible trazo, el dibujante vasco afincado en Madrid se mofa de todo y de todos, con la particularidad de que nos arrebata mil y una sonrisas, y más de una sonora carcajada. Queda claro que Mauro, parafraseándome –sí-, es “un filósofo de andar por casa, con una clara virtud: sacar punta a todo. Absolutamente todo. Observador nato, incisivo y ácido, consigue momentos hilarantes, desplegando un humor corrosivo marca de la casa, que regala al lector despierto mucho más si sabe leer entre líneas”. Firmé estas palabras, y unas cuantas más, a modo de introducción en uno de los tebeos que aglutinaban los lúcidos vaivenes de Alter Rollo, otro de sus emblemáticos personajes a través del cual retrata el mundo, señala las injusticias y se mea en lo establecido. Escribí a su vez que el inefable, ínclito y excelso Entrialgo “cuestiona por nosotros. Se ríe de todo”. Crítico y mordaz, en el último tomo de “Plétora de piñatas” nos ofrece un regalo envenenado, la tira censurada por el periódico que dio cobijo a la serie. Un cierre perfecto, que remarca todo lo que hemos leído anteriormente, porque muchas cosas que ocurren a nuestro alrededor no son lo que parecen. Parecen tonterías, pero no lo son. Son un cúmulo de barbaridades a pequeña escala, asumidas sin darnos cuenta o aceptando lo aparentemente inevitable. Hay que prestar más atención, ¿no?


mauro entrialgo



CUESTIONA POR NOSOTROS, PECADORES…
Sólo hay que irse de copas con Mauro –el que tenga la suerte de poder hacerlo-, una noche, unas horas, unos minutos, para darse cuenta de que su mente va a una velocidad increíble. Está continuamente creando. Sin descanso. No apunta las ideas en una servilleta ni en el móvil ni en el iPad. No lo necesita. Según percibe algo lo cuenta verbalmente, con su personal gracejo, para el deleite de sus compañeros de conversación, fiesta o lo que se tercie. Al llegar a casa, dibuja aquello que le ha llamado la atención, siempre bajo la mirada de sus personajes: sofistica los hechos, los datos, el detalle… Mauro nos vigila. Hay que tomarse la vida con mucho sentido del humor, y si la risa viene acompañada por la reflexión, mejor que mejor.

En una entrevista que tuve la suerte de firmar hace tiempo, con motivo de la salida de “Como convertirse en un hijo de puta”, otra de sus indispensables obras, al preguntar a Mr. Entrialgo sobre el éxito de la comicidad del caca-culo-pedo-pis me contestó: “El humor tiene una mecánica sencilla que se basa en media docena de mecanismos a los que se añaden los tabús de la sociedad en concreto en la que estés para condimentarlos un poco. La escatología es un tabú en la nuestra, como lo son el sexo o la religión, pero hay sociedades en que no. Son condimentos que sin la cocina previa no funcionan. En cambio, hay cocina del humor que funciona sin condimentos: el humor blanco”. La cita enfatiza un dato a tener en cuenta a la hora de degustar el potencial de Mauro y las coloristas ilustraciones de “Plétora de piñatas”: es un experto en el humor, como tema, como concepto, como herramienta, como arte… Un estudioso al que no se le escapa una y comparte toda su sapiencia. ¡Gracias!

miércoles, 24 de junio de 2015

Los Tebeos del Tío Creespy: Guía del mal padre

“MEDICINA IDEAL PARA EL ALIVIO DEL HOGAR FAMILIAR”
Por Borja Crespo

guia del mal padre


Sin humor es difícil afrontar el día a día, según nos marca la actualidad. Las circunstancias que nos rodean tienden a ensombrecer todo atisbo de sonrisa. Malos tiempos para la alegría. Para la lírica, ni entramos. Ya los sabemos. Pero nunca hay que perder la gracia, reír por no llorar, dicen, y el ampliamente reconocido Guy Delisle (Quebec, 1966), cómic de autor con mayúsculas, es consciente del percal y se ha marcado un tebeo hilarante que juega con los mecanismos del humor en viñetas manejando el lenguaje de la historieta con una maestría encomiable. Como un voyeur encantado de serlo, asistimos al desfile de las peripecias como padre del propio genio, un cínico que no oculta su lado oscuro como progenitor. Emplea en su despliegue de anécdotas domésticas ilustraciones de tamaño generoso, de esas que, como lector, dejan que entres dentro del dibujo, bien dentro, para moverte con la mente espacialmente entre sus líneas, recreando la situación planteada en la cabeza, con o sin identificación con los personajes que la protagonizan.

guia del mal padre


HUMOR NEGRO LUMINOSO
 “Guía del mal padre” es un título excelente para una obra que desvela los entresijos de una faceta en nuestra existencia que puede ser tan maravillosa como inquietante, con sus tonalidades grises, aparte del blanco. A la venta en una edición impecable, made in Astiberri, responsables del lanzamiento de otras propuestas del mismo creador disponibles en nuestro mercado, más elaboradas gráficamente, por exigencias claras de su contenido, este manual del inconsciente progenitor concienciado se revela como un regalo excelente para obsequiar a los ancestros cercanos cuando alguna de sus aventuras rocambolescas así lo insinúa. Junto a “Guía para padres desesperadamente inexpertos”, del igualmente sagaz Manel Fontdevila, conforma un pack ideal para transmitir a familiares y amigos cercanos, con una filosofía diferente, autocrítica y desprejuiciada,  los pros y contras de procrear en el mundo en que vivimos. Autobiográfico –Guy confirma sin ruborizarse que “todo es casi 100% verdad”-, sincero, delicioso y mordaz, el singular trabajo de Delisle, alejado del planteamiento de página de sus obras más afamadas, con un fondo aparentemente más frívolo, apuesta en esta ocasión más que nunca por el trazo vivo, por la libre expresividad, para captar destellos de una vida hogareña que no siempre está en paz y armonía, y ni falta que hace. Silencios magistrales, espacios en blanco y golpes de lápiz que invitan a terminar las viñetas en el aire. La lectura de este álbum, recomendable para todo aficionado al humor gráfico, tenga descendencia o no, permite gozar con la confesión de un hombre, ante todo dibujante, que se comporta, cuando interactúa con sus hijos pequeños, como si fuera el más niño de todos. Retrata situaciones domésticas que nos suenan de algo, dándoles la vuelta en su desarrollo, buscando el gag inteligente.

guia del mal padre deslisle


CONFESO PADRE RETORCIDO
 Agil y desacomplejada, “Guía del mal padre” supone un respiro en la trayectoria del firmante de obras del calado y la entidad indiscutible de “Shenzhen”, “Pyongyang”, “Crónicas birmanas” y “Crónicas de Jerusalén” (premio a la mejor obra del Salón Internacional del Cómic de Angoulême 2012), inspiradas en sus viajes por el mundo. Es un break en su carrera artística y profesional, y, probablemente, en su día a día. Toma aire en sus tribulaciones como padre. Agita sus neuromas y se da cachetes a sí mismo, acepta posibles reprimendas, desnudándose con ironía ante el lector. Con divertidas salidas de tono en lo que respecta a lo que uno espera de un buen papá, Delisle, desnudo frente al espejo de lo convencional, se comunica con sus mejores herramientas: su capacidad de síntesis en el dibujo y de narrar en imágenes. Deleita con un ejercicio de catarsis como padre irresponsable, egoísta y socarrón. Un testimonio personal elaborado con un sentido del humor que quita hierro al asunto, a pesar del surrealismo de algunas reacciones, enarbolando una visión personal del mundo reflejaba en sus anteriores volúmenes, en boca de muchos, no sólo aficionados al arte secuencial.

“Guía del mal padre” invita a imaginar a Delisle en la intimidad de su hogar, dulce hogar, como un tipo que se lo pasa igual o mejor que sus chavales. Hay una alegría de vivir contagiosa en sus páginas. Alguien así no puede ser aburrido para sus infantes. Ni para el lector. Toma dosis de humor perfecto para mitigar tormentas familiares. Una medicina ideal para el alivio del entorno familiar.


martes, 2 de junio de 2015

Los tebeos del Tío Creespy: María cumple 20 años

“UN SENTIDO DEL HUMOR ESPECIAL”
Por Borja Crespo



maría cumple 20 años


María y yo”, álbum pergeñado por el inefable Gallardo, una clara demostración impresa de que un artista puede evolucionar sin dejar de apostar por el compromiso, siendo fiel a sí mismo, supuso, junto a “Arrugas” de Paco Roca, un importante espaldarazo al cómic autóctono, mejor tratado en los grandes medios desde su irrupción fulgurante en nuestro panorama editorial. 

Un tipo de historieta, calificada como social por la prensa escrita no especializada y algunos telediarios, abrió una importante brecha por la que se coló la famosa y discutida etiqueta “novela gráfica”. La presencia de las viñetas en medios de comunicación, que hasta entonces hacían caso omiso a obras con indudable calado cultural, descubrió a muchos nuevos lectores las virtudes del arte secuencial y sus múltiples posibilidades. La frase “para adultos” se asoció con fuerza por primera vez en tiempo a los tebeos y, mal que les pese a algunos, se abrieron las puertas de nuevas superficies de venta. El cacareado formato –incluso su precio- permite a día de hoy que el cómic se regale más que nunca, ampliándose su abanico de público. Cierto es que las ventas no son lo que nos gustaría, más allá de un puñado de títulos, pero algo es algo en un momento en el cual la saturación extrema del mercado ahoga cada mes un sinnúmero de novedades que no encuentran su sitio.




Los méritos de “María y yo” van, por tanto, más allá de la propia obra, al margen de que los aficionados a la historieta ya nos conociésemos el cuento de la novela gráfica hace lustros (y no de oídas precisamente). Ocho años más tarde de la salida al mercado del premiado álbum del dibujante de Makoki, el mismo que vestía y calzaba el mejor underground en los tiempos de “El Víbora”, Astiberri repite con el autor catalán, apoyando editorialmente una segunda entrega que mantiene el nivel de su predecesora. 



Firmado también por María, ya que es la inspiración absoluta del texto y también aparecen dibujos de su cosecha, “María cumple 20 años” goza de una frescura ejemplar, ofreciendo al lector la posibilidad de conocer a una persona excepcional, con “un sentido del humor especial”, y maravilloso, como señala su propio ancestro, un Gallardo más suelto que nunca –al que se le nota el buen oficio de ilustrador- que se deja llevar por la expresividad de su trazo, enfatizando su amor por el ejercicio de dibujar, una actividad que, desgraciadamente, la gran mayoría de los seres humanos abandonan a temprana edad. Garabatos empapados de emotividad desgranan el peculiar comportamiento de María, una chica que vive la vida a su manera, rompiendo nuestras absurdas reglas. Tinta negra y tinta azul se fusionan sobre la hoja en blanco en una propuesta que puede entenderse a medio camino entre un diario, un cuaderno de bocetos y un tebeo. 

maria gallardo


A todo ello, el que quiera y guste, puede llamarle novela gráfica, término siempre bienvenido si sirve para que, más allá del mundo del cómic, se preste merecida atención a un producto personal, sensible, necesario e imprescindible. 

lunes, 18 de mayo de 2015

Los Tebeos del Tío Creespy: Episodios Lunares

Borja Crespo vuelve a colaborar con Blog de Cómics, esta vez reseñando tebeos. Una gran noticia para nosotros y esperamos también que para nuestros lectores, pues la calidad de los textos de Borja son de gran nivel, y seguro que nos ayuda a descubrir grandes tebeos.
Su sección cambiará ligeramente de nombre y ahora será "Los Tebeos del Tío Creespy"
Comenzamos con la primera entrega:

“AMOR POR EL DIBUJO”Por Borja Crespo



Vidas de Papel lleva tiempo realizando una labor encomiable desde su tienda online, cubriendo un interesante hueco en nuestro mercado. La publicación y venta de serigrafías firmadas y numeradas de autores nacionales (Mauro Entrialgo, Paco Alcázar, Alexis Nolla, Alvaro Ortiz…), y llamativos lanzamientos foráneos como la reproducción de luxe firmada por Robert Crumb, todo un puntazo, junto a la oferta de originales que manejan –merece la pena echar un ojo a su catálogo-, les ha permitido crear un sello interesante y vital que ha extendido sus dominios con la apertura de una tienda a pie de calle en una zona céntrica de Madrid. Allí ofrecen sus manjares, convenientemente enmarcados, a coleccionistas de pro y todo aquel que se acerque a un auténtico oasis del dibujo (también visitan con stand propio numerosos eventos en torno al cómic). 



Su filosofía se amplia al aliarse con Reino de Cordelia, una editorial igualmente sugestiva, que apuesta por la literatura y las viñetas, respaldando nombres sinónimo de garantía como el de M.A. Martín (atención a su edición de “Los 120 días de Sodoma”, ilustrada por el creador de Brian the Brain). Ambas iniciativas han unido fuerzas para insuflar energía al lanzamiento de “Episodios lunares”, álbum de Martín Romero que reafirma el talento de un ilustrador nato que no cesa en su empeño de narrar cosas diferentes de manera diferente.

La mano de Vidas de Papel goza de indudable presencia en la edición especial de “Episodios lunares”, acompañada de una serigrafía, de una tirada de 200, con la firma de Romero, un autor personal a rabiar que se bregó en el ámbito de los fanzines, dando cuerpo a su peculiar estilo. Cabeceras de referencia del tebeo independiente como “Fanzine enfermo” o “Argh!” acogieron el trabajo del artista gallego, al que se le nota en la melancolía de sus páginas de donde procede. 
Su tierra puede sentirse en algunos pasajes de las historias del libro, donde la muerte está muy presente. Distraerla parece ser la intención de los ocho relatos gráficos que conforman una arrebatador obra, editada con cariño, tal y como nos tiene acostumbrados Reino de Cordelia. 
Ecos de la infancia, momentos macabros, magia retorcida, poesía inquietante y olor a papel desprende un título fruto de un fabulador amante del dibujo. Protagonizan las pequeñas narraciones un árbol milenario, una luna y un hombre lobo enamorados, un niño flor, un hombre gigante, una niña fantasma, un monstruo sensible y el propio lector.


Romero no esconde su labor como diseñador gráfico a la hora de enarbolar un estilo gráfico que luce con voz propia, donde importa tanto la línea como la disposición y elección de los colores a la hora de componer la página. Brillan los cuentos, uno tras otro, en una ágil lectura que nos permite adentrarnos en un paraíso artificial apegado a la realidad. En su día el dibujante nacido en Xión (La Coruña) creó “Breve historia del Tándem”, una carpeta compuesta por 3 serigrafías a 2 tintas, en exclusiva para Vidas de Papel, completamente agotada. Por algo será… 


Reseña publicada originalmente en Revista Z
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