martes, 8 de diciembre de 2009

Reseña: Nightmare Alley



De estafadores, freaks y el mundo del circo


Primero fue una novela escrita por William Lindsay Gresham, titulada Nightmare Alley, en 1946. Posteriormente, en 1947 se rodó la película, titulada en española El Callejón de las almas perdidas y ha habido que esperar hasta 2009 para que apareciera un cómic realizado por Spain Rodríguez basándose en dicha novela.


La edición española de la obra corre a cargo de Drakul, bajo un nuevo sello llamado Likantro.


Es esta una obra de esas que no puedes parar de leer. Desde el primer momento necesitas saber qué sucede en cada momento de la vida del “Gran Stanton”, que pasa de ser un ayudante de charlatán en la feria a convertirse en un espiritista e incluso reverendo de su propia Iglesia, aumentando así la importancia de sus estafas. Por el camino seremos testigos de su mezquindad, ruindad, sus relaciones amorosas y sus traumas, que los tiene. Las mujeres y la avaricia serán su perdición, pero también su deseo irrefrenable de salir del pozo donde el destino le ha obligado a vivir.


En un principio el lector no se imagina que en una obra de este tipo se vaya a indagar en la mente de su protagonista, se vayan a analizar sus motivaciones de una forma tan profunda, pero así es, incluyendo sus sueños y sus pesadillas. Y quizás esta capacidad de ahondar en la mente de los personajes, de poder “leer” sus pensamientos más profundos sea una de las grandes bazas de este tebeo.


Spain Rodríguez, considerado por Robert Crumb como uno de los mejores dibujantes del mundo, realiza un trabajo soberbio, tanto en la adaptación de la novela al lenguaje del cómic como en el dibujo, donde pese a tener algunas carencias, consigue dotar a la historia de ese carácter decadente que merece, a base de grandes viñetas y de mantener normalmente una estructura de 4X4, lo que le da aún más valor debido a la mayor dificultad para su resolución.

1 comentario:

Angel dijo...

Joder, me has convencido, me lo voy a pillar. Seré yo que estoy super despistado pero hacía tiempo que no oía nada de Spain Rodríguez.